Wednesday, November 10, 2010

Ravenheart en el KOBETASONIK 2009 - Crónica del Viernes 18 de Julio

En 2009 RaVenHearT volvió al festival de Bilbao Kobetasonik. Muchos fuimos los miembros y amigos de este sitio que allí nos reunimos para disfrutar de una nueva edición del festival.

Dricius y May nos narran en este artículo los detalles de la primera jornada, el viernes, con sus valoraciones sobre los grupos, el ambiente... un poco de todo!

Dricius y May escribieron...

Complicada se presentaba la edición 2009 del Kobetasonik. Por un lado, hay mucha gente que sigue creyendo que elaborar el cartel de un festival es como escribir una carta a los Reyes Magos, y siguen insistiendo en que el del año pasado era mejor. ¡Nos ha jodido mayo! El cartel del año pasado es irrepetible, y si no me creéis, echad mano de hemeroteca, internet, o lo que queráis, y comparad el cartel del año pasado con los del mítico Monsters Of Rock que se celebraba en Donington en los ochenta. Por otro lado, en Zaragoza se celebraba el primer fin de semana del Metalway, y eso unido a la crisis hacía que la audiencia fuese bastante menor que la del año pasado.

Como años anteriores, no podían faltar los problemas iniciales al comienzo del festival, en este caso, entradas olvidadas e incluso tiendas de campaña incompletas pero todo ello siempre con el mejor humor.

Este año cabe destacar la mejor organización del evento y de los campings, no había que subir la cuesta de 40 min del año pasado ni esperar las 3 horas de cola para las duchas tampoco.

A las 12:00 nos juntamos unos cuantos, y durante IDI BIHOTZ, Kavik, Maitexxx, Dricius, JP y yo para comer algo para poder aguantar todas las horas que nos quedaban por delante, por lo que este concierto simplemente lo oímos en la lejanía.

CRUCIFIED BARBARA
Seguido se nos fueron juntando más amigos de RaVenHearT como Goiti y El Duque. Mientras los hombres se quedaban fuera con sus kalimotxos, las tres niñas nos fuimos a ver este grupo del que tan bien nos habían hablado.
Entre diluvio y diluvio pudimos disfrutar de un rato de este concierto, el cual no decepcionó para nada. Animaban a los pocos aventureros que allí estábamos.

GOJIRA: From mud to Sirius
Hacía ya algún tiempo que la inofensiva llovizna de primeras horas de la mañana se había convertido en algo mucho más serio y preocupante, cuando entré en el embarrado recinto del monte Kobetas, para presenciar el que para mí sería el primer concierto del festival: Gojira.
Frente a un panorama que para muchos sería desolador, actuando a las cuatro menos veinte, bajo un chaparrón en toda regla, y ante un público que se prevería escaso, frío, y poco participativo, los de Bayona dieron una exhibición de contundencia, poderío, y seguridad en sí mismos, que a estas alturas ya no debería sorprender a nadie. Llevan unos cuantos años ya, dando forma a un personalísimo Thrash/Death que bebe por igual de Meshuggah y de Morbid Angel, y que en directo da unos resultados aplastantes. Y si bien, la gruesa capa de barro sobre la que los asistentes nos alzábamos no permitía apenas movimientos de cintura para abajo a quienes desearan mantener la verticalidad; consiguieron reunir a un número nada desdeñable de personas, que supimos dar cumplida respuesta –a duras penas, eso sí- al ímpetu y la puesta en escena de su actuación.
Espectacular, como siempre, la base rítmica –la gran clave del sonido Gojira-, con un Jean-Michel Labastide que no paró de correr, de hacer head-banging, y de alzar y descargar el mástil de su bajo en ningún momento; y con otra exhibición más –y van…-de Mario Duplantier, uno de los baterías con más técnica de Europa. Gojira son una banda de absoluta garantía en directo; y en el Kobetasonik lo demostraron una vez más.

Justo en este concierto llegó Enoch al recinto, con lo que las que habíamos visto Crucified Barbara nos prestamos a acompañarle al camping para dejar sus pertenencias y la parte faltante de la tienda de campaña para que pudieran dormir dentro.
Por este motivo poco tengo que decir de este grupo ya que no pude verlo.

DEVILDRIVER: Pray for chándal Villains
Tenía muchísima curiosidad por ver como se desenvolvería Dez Fafara en su nueva aventura Devildriver. Y por lo visto en el Kobetasonik, pocos deben de estar más contentos de que la llamada “nueva ola de heavy metal americano” haya barrido con los restos del naufragio nu-metalero que el que fuera líder de Coal Chamber. Para los que todavía no les conozcáis, Devildriver son un combo de thrash metal, que ha sabido alejarse sabiamente de los sonidos más de moda en la Norteamérica de los primeros años de la década, y que saben crear melodías sin ceder ni un ápice de terreno a voces limpias o a bajar la velocidad; ellos se centran en enlazar riffs sencillos pero muy pegadizos, y en que Dez Fafara no pare de desgañitarse, salvo para poder jalear al público. El resultado es una propuesta muy dura, pero a la vez accesible, y muy divertida, que se ha granjeado el respeto de mucha de la gente que hubiera ninguneado un proyecto surgido de una celebridad chandalera.
En el escenario principal del Kobetasonik, Devildriver se encontraron con algo más de público que Gojira, y con el final del chaparrón que amenazaba con chafarnos el festival. Lamentablemente, el piso seguía muy, pero que muy embarrado –imposible repetir el intento de circle pit más grande del mundo que acometieran en el Download de este mismo año durante la canción “Meet the wretched” y el sonido en este escenario dejaba muchísimo que desear, así que la respuesta a los angelinos fue bastante fría. Aún así, Dez Fafara no paró de dar vueltas a lo largo y ancho del escenario, no paró de gritar, y supo llenar un escenario por el que ninguno de sus compañeros se paseó excesivamente.

HOT LEG: I’ve met Justin
Hacía ya rato que había dejado de llover, y las balas de paja que la organización esparció por el recinto del festival empezaban a permitir la correcta circulación de la gente. Aún así, pocos nos apresurábamos hacia el segundo escenario del Kobetasonik en el que unos perfectos desconocidos empezaban a tocar. Afortunadamente, no tardaron en informarme de que Hot Leg es el nuevo grupo de Justin Hawkins, quien fuera cantante y guitarra de The Darkness. A mí con eso ya me valió para separarme de la barra del bar y acercarme a ser testigo de cómo un grupo del que casi nadie había oído una sola canción triunfaba por todo lo alto.
Hot Leg serían unos The Darkness que han cambiado el patronazgo de Queen por el de The Quireboys o Boston; que han sacado su ropa rebuscando en la basura de Twisted Sister; y con un Justin absolutamente desatado, ¡y eso que en el Kobetasonik estaba lesionado y llevaba una especie de bota de esquí en su pie derecho! Pues aún así, Justin, y su falsete, se convirtieron en la gran revelación del festival, con una actuación divertidísima, y prescindiendo de cualquier recuerdo al grupo que le hiciera famoso, y luego le diera la patada por borracho, yonqui, y golfo.
Un apunte para el anecdotario: Entre tema y tema, Hot Leg no hicieron ningún solo de batería, ni de bajo, ni de guitarra; pero Justin hizo unos cuantos solos de falsete, acompañado de un público que hacía lo que podía por responder a sus desafíos (podía oírse el restallar de las cuerdas vocales al partirse).

CATHEDRAL: The garden of unearthly bass
Complicado lo tenía el veterano grupo inglés, porque venía a defender una propuesta difícil de definir, que en un tema se enfanga en el doom más monolítico para, en el siguiente, saltar a un stoner rock, groovy, alegre y hedonista; y difícil de acomodar en un cartel con pocos grupos con quienes tuvieran algo que ver. Si a todo ello le sumamos el nefasto sonido del que disfrutábamos en el escenario principal, se mascaba la tragedia, oéh, oéh.
A pesar de que en muchos de los tramos más lentos y siniestros de su actuación el saturadísimo sonido de su bajo lo cubriese todo, ellos fueron interpretando temas de toda su carrera, impasible el ademán; con un Lee Dorrian apenas comunicativo, pero que bailoteaba con una sonrisa en los labios, como si nada de lo que ocurriera sobre el escenario fuera con él.
Con todo, Catedral consiguieron mantener a la mayoría del público hasta el final de su actuación, momento en el que nos regalaron dos de sus joyas más directas, animadas, y accesibles: “Midnight Mountain” (con Lee Dorrian haciendo palmitas), y “Hopkins The Witchfinder General”. Un final de concierto sensacional, que nos dejó encantados a los fans de unos Catedral que convencieron a propios y desconcertaron a extraños.

CRADLE OF FILTH: Godspeed on Scrat’s thunder
Muchos años han pasado ya desde que Dani Filth perdiera su estatus como gran gurú, y uno de los mejores vocalistas de Black Metal, para pasar a convertirse en blanco de infinidad de chistes malintencionados. 11 años desde el extraordinario “Cruelty And The Beast”, y desde entonces por su banda han pasado cientos de músicos diferentes con los que han publicado 6 discos, sin contar directos, recopilatorios, y DVDs; todos ellos con más pena que gloria. Discos que, mal no están, pero que ya sólo pecan de repetitivos, monótonos, en exceso deudores de Iron Maiden, y que, en definitiva, no alcanzan ni de lejos el nivel con el que Cradle si hicieran tan merecidísimamente populares en los noventa. Y aunque con cada disco que publican hay periodistas que vuelven a situarles en la cresta de la ola, a día de hoy Dani Filth tiene más posibilidades de recuperar la bellota prehistórica que lleva tres películas persiguiendo, que su prestigio perdido.
No es mucha la gente que comparte mi opinión, a tenor de la cantidad de público agolpada frente al segundo escenario del Kobetasonik, para ver al grupo que más modelos diferentes de camisetas vende. El concierto se desarrollo de una manera muy similar a como lo vienen haciendo los últimos discos del grupo: temas potentes, y bien ejecutados, que con el paso del tiempo acaban resultando –resultándome- cansinos y repetitivos.
Un concierto mejor de lo que me esperaba, con un Dani Filth en mucha mejor forma de lo que habíamos visto últimamente –sí, se cargo toda la batería de chistes de Falete que las mentes peor pensantes habíamos reciclado para este Kobetasonik-. Si tan sólo el setlist hubiera estado más equilibrado y no se hubiera basado tanto en los temas-título de cada uno de sus discos…

En este concierto, si nos quisimos poner lo más adelante posible pero había mucha gente. Y estoy en desacuerdo con Dricius, a mi si me gustó la actuación. La verdad es que tenía curiosidad ya que nunca les había visto en directo y no me decepcionaron.

TRIVIUM: This sound can’t tear us apart
Volvamos al escenario principal del Kobetasonik, para presenciar como una de las bandas más interesantes, a priori, del cartel, se enfrenta con un sonido deleznable, y que perjudicó, y mucho, a una propuesta como la de los de Florida, que tiene su principal baza en los solos de guitarra. Desde la izquierda del escenario, donde me encontraba, se hacía muy, muy difícil distinguir los diferentes solos que Matt Heafy y Corie Beaulieu, iban entrelazando. Una lástima, porque Trivium son un grupazo.
Aún así, Trivium hace tiempo que dejaron de ser los yogurines de Roadrunner, y todos los que presenciamos su concierto pudimos comprobar las tablas que han adquirido en estos últimos años. Ellos no habían venido a enfrentarse a los elementos, y decidieron sustituir el bisturí de cirujano con el que nos deleitan en sus discos, por el machete de carnicero, mostrándose ásperos, rabiosos, y mucho más contundentes de lo que cabía esperarse de un grupo tan basado en la melodía como son ellos. Y con un sonido tan sucio y embarullado como se encontraron, la jugada les dio buen resultado.
Evidentemente, no es que Trivium se convirtieran en unos Destruction, pero los temas que más beben del “Kill ‘em All” de Metallica como “Anthem”, salieron mucho mejor parados que aquellos en los que más coqueteaban con Iron Maiden; fundamentalmente, los temas que tocaron de su disco “Ascendancy”. El concierto resultó muy divertido, los de Florida se dejaron la piel, y los fans del grupo quedamos satisfechos; lástima para quienes no les conocieran que se quedaron sin poder disfrutar de gran parte de los coros, y de más de un solo de guitarra que se perdió entre el barullo generalizado.

JOURNEY: Revelation
Muchos éramos los que veníamos al Kobetasonik a ver a Journey, y luego al resto. Y eso a pesar de que el grupo más veterano del festival lo tenía difícil para atraer con su A.O.R. –que no es precisamente lo que más de moda está hoy en día- a un público que hubiera subido a Kobetamendi para ver a Machine Head, Trivium, o Marilyn Manson. Setenta minutos después, Journey abandonarían el escenario 2 como los absolutos triunfadores de la jornada, tras ofrecer un concierto que difícilmente podré olvidar.
Empezaba a anochecer a mi llegada a un escenario presidido por un telón con el mítico escarabajo que Journey colocan en casi todas sus portadas, y un espectacular piano de cola, cuya mera visión daría qué pensar a aquellos más despistados que desconocieran la propuesta musical de Neal Schon y sus muchachos. Arrancaron con “Separate ways”, y la primera incógnita de la velada quedaba despejada: Arnel Pineda es un vocalista extraordinario. El filipino no sólo demostró ser la mejor voz del festival, sino también alguien que puede calzarse los zapatos de todo un Steve Perry. La destreza del resto del grupo es ya de sobra conocida, aunque cabe destacar, como siempre, la labor de Deen Castronovo a la batería.
Hicieron varios temas de su último disco “Revelation”, así como, el esperadísimo repaso a los clásicos de su carrera. Y siendo una carrera tan prolífica, era muy difícil prever qué temas en concreto caerían esta noche. La elección recayó en algunas de las piezas más cañeras de su colección, como “Chain Reaction”. Hay que destacar también, la espectacular versión que hicieron de “Wheel in the sky”, y el trio de temas con el que cerraron su actuación: “Faithfully” que, para mi, fue la gran sorpresa –siempre me ha parecido un tema lánguido en exceso, y sin embargo, esa noche sonó con una intensidad sobrecogedora-. “Don’t stop believin’”, y “Anyway you want it” conformaron un fin de fiesta absolutamente apoteósico, con un público entregadísimo, y unos Journey magistrales, sentando cátedra, y demostrando que la intensidad no es sólo cuestión de decibelios y testosterona.
Sin lugar a dudas, bajo mi punto de vista, el mejor concierto del viernes.

MACHINE HEAD: Through the ashes of Kobetasonik
Desde que el viejo compañero de Rob Flynn en los tiempos de Vio-Lence, Phil Demmel, se les uniera para la grabación de su disco en directo “HellAlive” en 2003, Machine Head han publicado dos discos antológicos, que podrían situarles en un trono, el del Thrash Metal, vacante desde hace ya unos cuantos años -¿desde la espantada de Max de Sepultura, tal vez?-. Y no deja de ser curioso, si tenemos en cuenta la trayectoria tan errática que llevaban hasta 2003.
En el Kobetasonik, Machine Head salieron con la seguridad y el aplomo de quien se sabe sobre el caballo ganador; además, subieron a demostrar quienes eran los cabezas de cartel de la noche. Y vaya si lo demostraron. El sonido, deleznable a lo largo de la tarde en el escenario principal, les respetó, y ellos lo aprovecharon para arrasar con todo, sin dar un solo segundo de tregua, hasta la despedida con “Descend the shades of night”; y si ésa canción fue el momento más sosegado del concierto, imaginaros que barbaridad de espectáculo el que ofrecieron los de California. Brutal. No se explayaron mucho con temas de su última joya, The Blackening, imagino que por la duración de los mismos, pero ahí estuvieron los nueve minutazos de “Halo” para partir unos cuantos cuellos. Terminaron con “Davidian”, como no podía ser de otra manera, dando una lección de contundencia, sobriedad, y poderío muy difícilmente igualable.
Machine Head, abandonaron el escenario, dejándonos a la totalidad del público del Kobetasonik agotadísimos, pero con la satisfacción de haber presenciado el grandioso espectáculo de cuatro hombres destrozando sus instrumentos, encadenando himno tras himno, y castigándonos el cuello con vicio y saña.

MARILYN MANSON: ¿Qué fue de Baby Jane?
No sé si muchos de vosotros habréis visto la película de Robert Aldritch, pero podría servirnos para ilustrar el futuro que le aguarda a Marilyn Manson, a tenor de la vergüenza ajena que nos dio en el Kobetasonik. He de admitir que nunca he sido un gran fan suyo, pero como la gran mayoría de los que habíamos venido a ver a Journey, Machine Head, o Suicidal Tendencies, pensaba que, al menos, podríamos disfrutar de un gran espectáculo visual. Y ya de paso, podríamos disfrutar de alguno de los temas de aquel discazo que fue Antichrist Superstar –un disco que consiguió la proeza de gustarnos incluso a aquellos que nunca habíamos soportado ni a Manson, ni a Trent Reznor-. Pues el grandioso montaje que el Reverendo nos tenía reservado consistía en: un roadie, que le llevaba una botella de oxígeno entre tema y tema; Otro roadie –otra en este caso- que le retocaba el maquillaje; el primer roadie –el otro- apuntando a Manson con un foco y poniéndole una claqueta delante de la cara; la roadie –la otra- secándole el sudor con un toalla. Ambos roadies, iban íntegramente vestidos de negro, y corrían de un lado para otro encorvados –por momentos parecía que el reverendo había contratado a Golum de gira-. Tócate los cojones con el grandioso espectáculo que Manson se trajo a Bilbao en no sé cuantos mil trailers. Kiss morded el polvo.
Salvo un ligero aceleroncillo con “Irresponsable Hate Anthem”, el concierto consistió en medios tiempos, a los que tan aficionado es Marilyn, y tediosos parones entre tema y tema –en el que los dos roadies desplegaban todo su espectáculo digno del circo del sol- que al principio aburrieron al público, para poco a poco terminar por enfadar a todo el mundo.
Marilyn Manson deleitó a su público con el nuevo papel que ha decidido interpretar en esta gira, el de superestrella endiosada y arrogante; y ahí fue donde se coronó de gloria: Hay una diferencia entre ir de provocador ante una audiencia compuesta por fanáticos, que considerarán cualquier imbecilidad que hagas como lo más genial y sublime que hayan visto en sus vidas; y actuar en un festival en el que, por mucho que seas el cabeza de cartel, se te va a juzgar por lo que haces, y se te va a juzgar con dureza. Mucho tardó Marilyn Manson en darse cuenta de que había vuelto a ser un simple mortal, y lamentablemente ya era demasiado tarde; por si fuera poco, no le sentó nada bien la actitud del público, y reaccionó con bastante indignación.
El concierto avanzaba hacia su final, para alivio de todos los presentes, entre versiones –lo más celebrado-, paseos de los roadies, e intercambió de insultos –Manson tenía un micro, pero el público gritaba más alto-; cuando nos topamos con la apoteósica celebración del cumpleaños del amigo Twiggy Ramirez. Manson le quita la guitarra Twiggy, y mientras retoma el estribillo de la version de “Rock ‘n roll nigger”, nos da a conocer la feliz noticia. Y como decía Brando en Apocalypse Now: “El Horror”. Manson le da el micro a Twiggy, y mientras éste repite una y otra vez: “I’m a rock ‘n roll nigger”, el Reverendo se sitúa en el centro del escenario guitarra en ristre. Cinco minutos después, algún insensato tira una sábana con una felicitación a Twiggy; una bombilla se enciende sobre la cabeza de Manson, y toma la sábana y se la coloca a modo de capa –en un infructuoso intento por que nos diésemos cuenta de su naturaleza divina-, pero hoy nada le sale a derechas, y la sábana se cae. Manson recoge la sábana, y se la vuelve a poner sobre los hombros. Y la sábana se vuelve a caer. ¡Y se tiraron así los diez minutos más largos de mi miserable existencia!
Cuando Marilyn Manson abandonó el escenario nadie pidió más. Esperemos que la organización recuerde este concierto cuando el año que viene piensen en a quién poner de cabeza de cartel para atraer a un público masivo. Manson, a este paso, acabará en el asilo del abuelo Simpson junto con otras estrellas estrelladas como Joselito, Macaulay Culkin, o Susan Boyle.

Estoy totalmente de acuerdo. Yo que fui el viernes sobre todo por verle, me quedé con muy mal sabor de boca. Una puesta en escena mínima y un espectáculo inexistente, tan solo él haciendo nada. Muy muy decepcionante, tanto que Emylisis, Enoch, Goiti y yo antes del final del concierto nos dirigimos al otro escenario para cer el ultimo concierto del día, no sin antes hacer un alto en la barra para pedir algo y olvidar lo vivido con Marilyn Manson.

SUICIDAL TENDENCIES: Lights… Camera… Fiesta!!!
Difícil lo tenían los cinco muchachotes de Venice Beach saliendo al escenario a las dos menos cuarto, y que además llevan desde 2000 sin sacar un nuevo disco –aunque acaban de sacar un split “Year Of The Cycos” junto con el resto de grupos de su líder Mike Muir-. A priori. Porque aunque fue mucha la gente que se fue después del concierto de Manson –a dormir, a vomitar, a suicidarse, a hacerse el carnet del PP…-, los que nos quedamos teníamos verdadera necesidad de meternos algo de caña al cuerpo. Y Suicidal Tendencies era el grupo perfecto para la ocasión.
Suicidal dieron un show enérgico, frenético por momentos, arropados por un buen número de fans veteranos que no pararon de saltar, agitarse, y corear los temas de un grupo, que a día de hoy son todos clásicos. Mike Muir cantaba, rapeaba, gritaba, jaleaba al público sin descanso, y sólo se retiraba del escenario en contadas ocasiones, que, según desde que ángulo les estuvieras viendo, comprobabas que eran para coger carrerilla. Y tienen un nuevo batería, Eric Moore –fichado de la banda “hermana” Infectious Grooves-, que es un autentico lujo.
El concierto se pasó volando, y es que clasicazos como “Subliminal”, “War inside my head” o “You can’t bring me down” hicieron esfumarse toda sensación de cansancio que alguno pudiera tener. Buena prueba de ello era el hervidero en el que las primeras filas se habían convertido, y que termino explotando en “Possessed to skate”, y sobre todo en la final “Pledge your allegiance”, en la que Muir invitó al público a invadir el escenario –con orden y buenas maneras, eso sí- y que interpretaron junto a una treintena de fans enloquecidos coreando a voz en cuello: “¡¡¡ST!!!”
Un grandioso fin de fiesta para una jornada en la que las bandas supieron hacer frente al chaparrón de primeras horas, y que no merecía quedar empañada por la patética actuación del cabeza de cartel.


Y después de tantos conciertos, todavía nos quedaban fuerzas y ganas de diversión por lo que nos trasladamos a la carpa. Después de risas, canciones y bailes, antes de la salida del sol, nos separamos para reponer fuerzas para el sábado... próximamente podréis leer aqui la crónica de ese segundo día de festival...

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